LA VIOLACIÓN DE LUCRECIA es un poema magistral de Shakespeare sobre la usurpación, el abuso de poder, la violación de los derechos y sus consecuencias políticas cuando el pueblo sale a la calle a reclamar justicia. El lenguaje oscila entre lo brutalmente directo y la más alta poesía, pasando por argumentaciones filosóficas y técnicas del discurso tomadas de la retórica y la oratoria.La dramaturgia de Mónica Maffía lo lleva a escena, tomando como eje un ritual doméstico de transformar en celebración el placer de la lectura, como forma de anclaje en la estructura originaria de la obra.
Mónica MAFFÍA estuvo con nosotros el fin de semana del 6 al 8 de marzo, en plena celebración del Día Internacional de la Mujer. Y trajo consigo un texto de Shakespeare, un poema: La Violación de Lucrecia. Un texto con el que nos gratificó con dos representaciones, el 7 y el 8 de marzo, y por otro lado, con el que estuvimos algunos privilegiados trabajando en un taller de análisis teatral sobre la palabra, la frase y el sentido de las ideas de Shakespeare.
Así que tuvimos la suerte de volver a comprobar
la atemporalidad de los textos de Shakespeare, una actualidad tan cercana a
nosotros que suscitó debate sobre el poder de la palabra del autor y sobre la
potencia de las situaciones de discriminación hacia la mujer.
En el taller llegamos a vivir, sentir, pensar sobre el
sentimiento o los sentimientos contradictorios que movieron a Lucrecia, es
decir, sobre la dificultad de recrear las condiciones en que se encuentran
mujeres violadas, entonces, y ahora. Un desasosiego que a pesar del tiempo
transcurrido no ha desapreciado para mujeres que han sido sometidas, aquí y
allá, a esa dura prueba de ser vilipendiadas, sometidas, violentadas y
ninguneadas.
Todo ello lo hicimos con el simple esfuerzo de trabajar
sobre la palabra y la frase de Shakespeare. Leer el poema, escoger un fragmento
del poema, señalar la palabra clave del fragmento y después atreverse a decir
el fragmento, muchas veces una frase única, desde la voluntad de destacar la
palabra o las palabras significativas del fragmento.
También procuramos entender, que no comprender o justificar,
la maldad intrínseca de Tarquino, el violador, y sus sentimientos, y sus
emociones, y su decisión y su capacidad de superar las barreras, los límites
que la sociedad, el poder o el prestigio pueden poner a la realización de un
acto tan despreciable. Tarquino, el violador, hijo de reyes, poderoso,
jugándose de las leyes, divinas o humanas, es un personaje malvado como tantos
otros que se pueden encontrar en la obra de Shakespeare. Y él también tiene que
superar esas barreras, y quizás, por eso, se juega de esas barreras.
La Violación de Lucrecia de Eduardo Rosales, 1871 |
Y fuimos algo más allá al plantearnos con la ayuda de Mónica
MAFFÍA si Lucrecia debía suicidarse al final, después de conseguir la promesa
de su marido, padre y amigo que la vengarían. ¿Cometió un pecado, se equivocó
al suicidarse, no tenía otro modo de conseguir que la hicieran caso? Para San
Agustín era claro que cometió pecado al suicidarse y que debe condenarse ese
acto. Su argumentación está profundamente anclada en el pensamiento cristiano,
pero ¿cuántos o cuántas no se dejan llevar por ese tipo de razonamiento todavía
hoy en día? Otra asombrosa prueba de la actualidad del dilema moral que plantea
Shakespeare.
Y no es tampoco extraño que desde algunos ámbitos más modernos
o actuales se considere también que en realidad el texto siga manteniendo un
marchamo machista por cuanto Lucrecia, su sacrifico, no es visto más que como motivo de un cambio en el régimen político del mundo
romano que es el suyo. ¿Los hombres empujaron a Lucrecia a suicidarse, tanto
Tarquino, inductor directo, como los hombres que la amaban y que la recluían en
el santo recinto del espacio privado de la casa? ¿Podía ella superar las
barreras sociales y culturales que le imponían la sociedad y la cultura
patriarcal de la Roma del siglo VI antes de Cristo? ¿No se vio abocada a la
muerte porque la sociedad en la que vivía era machista y patriarcal?
Y más aún descubrimos que los interesados por motivos
profesionales en los psicópatas tienen interés en conocer este texto de
Shakespeare, en su dibujo tan preciso del Tarquino que podría ser considerado
un “serial killer” tan de boga en las series y películas más modernas. Nos
recordó aquel del Silencio de los corderos o el de Seven que son capaces de
superar la última barrera de matarse o conseguir que los maten para seguir
venciendo en su lucha con la justicia o con la policía.
Y cualquiera que se acerque al texto de Shakespeare
podrá comprobar que no exageramos cuando así lo decimos. Así que lean La
violación de Lucrecia, un poema del siglo XVI para nuestro siglo. ¿Para
siempre?
He aquí algunos fragmentos de la traducción realizada por
Monica Maffia y que fueron de nuestro agrado:
Así, inocentemente,
ella da la bienvenida
y reverencia la principesca
visita
cuya apariencia no
revela su maldad infinita,
porque en su alto
rango escudado,
esconde en su
majestad, el pecado
de manera que nada en
él delata
-salvo su mirada
demasiado extasiada-
que teniendo todo, no
lo satisface nada.
¡Qué vergüenza para
los caballeros y las armas!
¡para mi familia un
deshonor!
¡Qué acto impío entre
los peores males!
¡Que a un hombre de
armas lo esclavice la pasión!
¡ en mi cara
quedará grabada
tan vil, tan baja
digresión!
"¿Qué gano si
obtengo lo que quiero?
¿un sueño, un respiro,
una alegría?
¿quién compra un
minuto de felicidad
para llorar toda una
semana?
¿o vende la eternidad
para tener un juguete?
¿o qué pordiosero sólo
por tocar la corona
aceptaría ser golpeado
por la guadaña?
¿y quién, por una sola
uva dulce,
destruye la viña entera?
"La culpa es
tuya" dice
" el color de tu
piel
declarará por mí y
contará
cómo vine a escalar
las torres de tu
fortaleza
nunca antes
conquistada
ya que tus ojos
traicionaron en mí
una mala jugada.
Tu belleza te condujo
hasta esta noche
en la cual, con
paciencia,
obedecerás mis
caprichos,
caprichos que para mi
delicia terrena
te señalan."
Queda por comentar la actualidad de una espectáculo montado
ya va hace 9 años: minimalista, que respeta las artes convencionales del teatro
con lo mínimo; poder de las imágenes sugeridas por el movimiento de la actriz
que complementa el mensaje de la palabra del autor. Hechos que se reafirman en
la potencia de la oportunidad que dio a Mónica Maffía de montar un espectáculo
que se diseñó para otro fin y que se ha convertido en símbolo u objeto de
reclamo para especialistas en psicopatías o malos tratos a mujeres, para jueces
y criminalistas,….
Un saludo
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